No hay día, desde hace tiempo, que no contemple esta posibilidad. Lo que más me tiende a ello es el pesimismo colectivo, una especie de halo gris que se entrelaza entre la gente. Esos comentarios destructivos a cerca de nuestro territorio y nuestra forma de gobernar/desgobernar nuestra riqueza.
Veo claramente las posturas ciudadanas: los que actúan y los que hablan mucho. Los que se definen a cada hecho, y los que hablan de los que se definen a cada hecho.
Me planteo posibles destinos y los clasifico mentalmente en tristes y alegres. Nunca en cercanos y lejanos, quizá porque las distancias ya no están tan claras.
Este verano he descubierto que en mi entorno hay muchas posibilidades de actuar de acuerdo a mis valores, solo hay que inventárselas y defenderlas, y lo más importante es aliarse con personas que compartan mis mismo principios. Esto quita puntos al exilio.
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