Y llegó el día en el que no me pude escaquear de tener smartphone. A caballo regalado no le mires el diente. ¿O sí que hay que mirárselo? En realidad no tenía porqué aceptar ese regalo, pues condiciona drásticamente mi cotidianidad. De cualquier forma, la gente está harta de gastarse dinero en enviarme SMS. Los compis de curro, la familia, los Xcombros, los Curris... la gente. Ahora mismo no veo personas en este pequeño aparato, sólo gente. Lo que he hecho es un favor a la humanidad.
20.11.12
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